viernes, junio 08, 2007

calentamiento global

Porque molestarse con pensar en el planeta
Si apenas ya comprendo cual será o no mi meta
Más fácil seria ver si preocupa o no el fascismo
Antes de comprender que tu vida es un abismo

Abismos de cadenas que te aprietan día a día
¿Acaso los pingüinos se preocupan por tu vida?
No digo que tú hagas como que no entiendes nada
Sólo es que me apesta ver desdicha en las miradas

Miradas de los niños que aspiran pegamento
Cito a shwenke y nilo: pa' calmar tanto tormento
Y es que la eternidad me hace sentir tan pequeño
Como una puta hormiga enfrentada al universo

Razones no me faltan pa reírme de tus cantos
Esos que dicen "paren, el planeta está llorando"
Mientras que los poderes festinan con tu cabeza
Haciéndote creer que es al gor' lo que interesa

Y dime si no es cierto que poco o nada sabes
Del calentamiento global y todas esas claves
Y sin embargo gritas y lloras por la tierra
Así te despreocupas del poder hijo de perra

Canto a las ballenas
Esas que pocas quedan
Porque al pingüino se
Le derritió el camino

Y es que antes yo creía
Que era la economía
La que a mi planeta
De a poco destruía

Puede que me equivoque pero no es culpa mía
Que la historia del mundo buscara tecnología
La gente llama y llama por sus celulares
Diciéndole al del lado que no aporte basurales

Culpando entre nosotros a los pobres civiles
Que no quieren cambiar cigarrillos por fusiles
Pero no es culpa de ellos que estén tan enviciados
Sino del poderoso que los mantiene endeudados

Ya basta de torturas, ya basta de falacias
Son políticas sucias las que causan las desgracias
Permiten que unos pocos derrochen como muchos
Ellos en tu cabeza descargan sus cartuchos

Luego te hacen creer que es tu culpa por desidia
Que el mundo se destruya cuando es sólo por envidia
Envidia del que busca tener lo que es de otro
Como el que decidió ponerle precio a tu orto

Te dicen que no fumes y luego te lo venden
Te dicen que recicles y luego se defienden
Vendiendo poco a poco un mundo desechable
Y tú como un imbécil te conviertes en culpable

Yo no maté a la morsa, ni al ave ni al pudú
Y te tengo una noticia: tampoco lo hiciste tú
Fueron la economía y el lucro de la guerra
Los que al fin se ensañaron con tu planeta tierra

No voy a llorar
Por no respirar
El aire que ayer
No pude respetar

No voy a perder
Mi tiempo en creer
Que no fue el poder
El que hizo caer
El cielo hasta el mar
No voy a callar
Mi canto por ti
Que dices hacer
Lo que yo perdí

jueves, junio 07, 2007

Un día perdí la paciencia. Así, como si fuese algo perdible. Pensé inmediatamente, ¿dónde estaría yo si fuese paciencia? Es difícil, créanlo. Ponerse de un momento a otro a pensar como paciencia. ¡Raro!

Luego de meditarlo por largo rato di con dos opciones que me parecieron las más factibles, a pesar de ser tan distintas.

La paciencia debe estar probablemente en la fila del banco, la discusión con el micrero, la espera de algún resultado importante. Es decir, donde pueda ponerse a prueba a sí misma, donde es la excepción, donde no pertenece pero cumple su cometido. Responde ante su esencia.

O bien, puede estar donde reine, donde nadie la necesite por el sólo hecho de estar tan ahí, tan constantemente ahí, que pase lo suficientemente desapercibida como para dedicarse a sí misma. En el sexo complice, la reunión de amigos, el viaje de placer, en el postre. Sí, en el postre. La leche asada.

¿Qué hacer? ¿Cómo decidir respecto a algo tan bifurcado?

¿Y si no la busco? Si pasa desapercibida es, al parecer, bueno. Si no está en mi conciente es porque no la necesito. Soy sexo complice, reunión de amigos, viaje de placer y leche asada. Mucha leche asada. ¿O soy la fila misma? ¿Soy la frustración del debate transportista? ¿Soy resultado desfavorable?

Buscando y dejando de buscar descubrí que, como la paciencia, a veces quiero ser distinto. Ponerme a prueba, ser excepción, no pertenecer, ser eficiente con lo que creo me coresponde. En otras ocasiones querré pasar desapercibido, pertenecer a tal punto de no ser necesario por el sólo hecho de que siempre estoy ahí. Poder dedicarme a mí mismo.

En fín, creo que nunca la perdí. Sólo no la quise:

Tosí sistemáticamente en los cuellos de todos aquellos que se atrevieran a ponerse delante mio en la fila (el viejo y efectivo asco). Tomé el primer boleto de esos enormes rollos que algunos aún vemos y corrí desesperado tirando de él mientras la circularidad imponente del rollo micrero se veia reducida a papel desparramado acompañado de un histérico hombre fofo y jalado. Obvié cualquier resultado y, simplemente, usé preservativo de ahí en adelante.






...cuento sin editar... tal cual quedó la primera vez... a ver si me dan algún consejo...

post scriptum: no sé si me expresé mal o el tema no está al alcancé de todos, pero nadie entendió al inquisidor... más bien, nadie entendió la situación. Así que, por el momento, el inquisidor descansa para llegar más comprensible... la weá era que la mina le habia pedido pololeo... pero la escena no necesitaba que eso estuviera presentado porque al final le respondía el tipo: "y entonces ¿pa` qué vamos a pololear?". pero filo...

un escupitajo a todos... (¡es broma!)

(debo revisar mis capacidades expresivas)
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