sábado, diciembre 03, 2005

historia del hombre que no comía caca -modificado- (2003)

Nadie sabe porqué nunca he podido dejar de mirar la hora, es casi una enfermedad. No le doy importancia porque, en realidad, no afecta mi cotidianeidad, es más coopera de manera increíblemente obvia.
Esta vez, llegué muy temprano al bar. Al parecer, la vida se me hacía más corta que los mismo minutos que la comandan. Así, me senté en el mismo lugar, en la misma barra, del mismísimo bar que he frecuentado por años. Recuerdo que eran exactamente las siete con treinta y tres minutos de la hora que marca el cañonazo, cosa que, como imaginarán, es muy dificil de clonar con exactitud.
Las caras en el bar eran tan desconocidas para mí como las que se repiten todos los dias, pero algo me hizo "sentir en casa". El rostro de Natalia. Ella fue mi primer y único romance verdadero, el único que versaba en un amor muy lejano a lo estrictamente carnal. Pero tuvo uno de esos finales que sólo éste tipo de relaciones puede tener. Durante diecisiete minutos me quedé mirando esas arruguitas y detallitos que hacian de su nueva faz una escultura que ha superado su valor inicial a travez del tiempo... como el vino...

__¡otra copa por favor!__ dije enamorado y volteando la vista hacia el ya olvidado "bar-man".

Tras mucho meditarlo, y de calcular el tiempo adecuado que debiese toma el arte del reencuentro, me levanté con desición para no anticipar, con nerviosismo absurdo, mi sorpresiva reaparición. Dando pasos de segundo y medio, me fui acercando a su cada vez más imponente espalda desnuda por la moda (logré distinguir con asombro que lucía un hermoso tatuaje). Estando a medio metro de distancia, y cometiendo el error de mirar el reloj de la pared para asentuar en mí una duda que pensaba sumergida en mi subconsciente, toqué su hombro y dije:

__¡amor mío!, te he buscado toda la vida__ lo más cursi que se me ocurrió.
__Hace años que te busco__ dijo natalia sin mostrarse sorprendida.
__¡no sabes cuánto quiero contarte!__ grité apasionado.
__cuenta mi amor, cuenta__ dijo para mi ridícula esperanza.

Hablamos durante largo rato, pero su mirada era cada vez más extraña. Luego de cierto plazo me dijo:

__haz cambiado mucho Javier, ya ni mencionas a nuestro hijo, sólo dejas el dinero en el buzón y te mandas a cambiar__

Una gota de sudor corrió desde mi ojo izquierdo hasta el botón de cronómetro de mi reloj. Noté en la espeluznante imagen de éste último que eran las doce y trece minutos de la madrugada. Sin vacilar más, enuncié con evidente y esperado convencimiento aquella aclaración que era menester:

__¡yo no me llamo Javier!__

3 ¿y qué dijo el otro?:

Blogger quorocisi said...

quizàs si visitaramos otros lugares para encontrar nuevos relojes, muchas n atalias aparecerian por nuestros ojos y nustras vidas
saludos vitorio!

5:11 p. m.  
Blogger Link said...

Hola, ¿como estas?... que niño tan bonito !! ¿¿como?? ¿que es mio?
¿que yo soy el padre?
¡¡Pero esto como va a ser!! si yo soy impotente !! Yo no me llamo Javier.. No te quiero volver a ver... deja ya de joder... Yo no me llamo Javier... suéltame mujer... Yo no me llamo Javier...

Conclusión: a pensarlo dos veces antes de volver por un viejo amor... jejeje

3:07 p. m.  
Blogger pogoto_jara said...

Conchale, ¿me llamare, ademas, Javier?

6:17 p. m.  

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