viernes, agosto 26, 2005

PGLS y VHJM (incompleto)


Plasmado de una pasividad absoluta, corría y corría sin encontrar destino alguno, corría simplemente porque mis músculos se estaban derritiendo, porque mi mente estaba cansada de tanta energía malgastada, y tenía que hacerlo, tenía que acabarla de alguna forma. Crucé barrios que jamás había visto, es una gran circunvalación para tan pequeña que era mi ciudad. Y me figuraba todas las historias mientras cruzaba e interrumpía juegos de los niños del sector sur de nuestra capital, cruzaba amantes, peleas con armas, amores locos y desenfrenados que lo único que piden es que “el mundo los deje ser”, madres solteras y familias bien, me cruzaba con la lucha en contra del gobierno de turno con manchas pintadas en rojo sobre las murallas, cruzaba en medio de los ojos de los taxistas, aquellos que de noche vivían un mundo muy poco aceptado por sus esposas, un mundo de sangre, tomadas de pelo, cervezas, sueño, y prostitutas muchas veces.
Ennegrecidas ya estaban las plantas de mis pies. Un sonsonete a vidrios molidos aplastados por toda mi ímpetu, pero más la sangre ácida que brotaba llameante de mis pies, hizo por fin que algo me detuviera. No, no estaba cansado, para nada, tenía tanto por expresar moviendo mis piernas que podría dar dos vueltas santiago pero, sin embargo, era mi alma la cansada, era mi sed la que se comenzaba a desesperar a cada segundo. Al parecer la corrida no me satisfacía, no lograba llenar aquellos pequeños vacíos que rasguñaban mi paladar y me taladraban las venas de cada espacio recién manifiesto en mi cerebro. Era adquirir toda una nueva caja de memoria. Era como si de pronto hubiera tenido la imperiosa necesidad de lubricar esos líquidos para ser puestos en marcha por primera vez. Me detuve por la filia absoluta con todo lo que veía, me detuve porque si no lo hacía en ese preciso momento, el trayecto hubiera sido en vano.
Sin darme cuenta me había desviado, o todo lo había hecho antes de que me diera cuenta, pregunté una y otra vez dónde me encontraba. Nunca obtuve respuesta. Algo se había movido de mi percepción, algo había sido roto, algo no calzaba. Necesitaba encontrar la cultura a la que había llegado, por una cosa meramente geográfica. Sólo por saber qué había yo creado, qué tan mal podía estar como para crear algo así. Esas miradas, esos perfumes, esas tiendas. Nada de ello necesitaba, nada de ello nadie nunca había necesitado. Qué le había pasado a esos niños que jugaban, en tan poco tiempo. Ni siquiera soportaban las várices que se habían provocado haciendo nada y, más aún, me daban, muy condescendiente pero desconfiadamente, un silencio como respuesta. ¿Era eso necesario?
Tantas inspiraciones de cosas que jamás quise, ni que jamás me daría por concejo, me hicieron preguntarme si realmente hice esos 7 días de trabajo. No lo creo, quizá sólo fueron 6. Más, según mi rutina fueron sólo 5 y de ellos 8 horas cada uno. Qué importa, cuando me tope conmigo mismo de seguro me cagaré de miedo, pero también doy por sentado que lo siguiente, al siguiente segundo me estaré tomando una cerveza conmigo en algún café donde se me ofrezca por sólo 3 lucas venerar el placer del tacto, de la admiración de la oscura madonna.
Se me inflamaron las venas de nuevo, ya se me están derritiendo estas malditas venas que tan hinchadas las siento. Corro, corro por que este ácido me va a matar, corro porque tengo prisa, necesito llegar pronto al bar y tomarme la cerveza con los pantalones cagados, con el culo a dos manos mientras me cuento la peor historia que jamás haya inventado, con la cara aterrorizada al darme cuenta que me creo todo, que no estoy inmune a mis engaños, que ni siquiera un buen amigo intentaría entender cómo es que me pudieron pasar tantas cosas en una sola ida al baño. Dudo de mi mismo por un segundo, pero es imposible no creerme, cuento todo con tal entusiasmo, que se ve en mis expresiones cómo disfruto de esos sabrosos recuerdos, se ven hasta a oscuras las ganas de escribir todo lo que me digo. Soy un chanta, pero me quiero igual.
Hay otras cosas que se hacen inevitables en ese momento, como el satisfacer las ganas de seguir corriendo, porque no estoy cansado, son mis piernas, mis venas, mi sudor cada vez más escaso quienes están cansados. Yo en cambio, no soy pura biología. Soy mente, eso es lo que conocerás de mí, mente. Es por eso que a veces parezco ser irracional, o soñador en extremo, porque al igual que el resto de mis hermanas mentes, se que puedo llegar más allá, que puedo seguir corriendo. Y eso hago, corro como si importara y como si no.
Ahora es cuando viene la parte difícil. Se ha puesto ante mí un obstáculo, es un cuerpo desnudo que me mira con sus ojos de pezón. No sé que hacer, puedo saltarlo, tengo la capacidad, pero no quiero hacerlo, quiero chocar con ese cuerpo, tropezarme con él, mezclarme hasta que seamos una gran mente con un gran cuerpo, quiero ser un gigante con esa parte femenina que tanta falta hace a mi viaje por la ciudad del amor humeante, quiero hacer todo esto, pero no puedo. Lamentablemente, debo seguir con mi carrera, con mi búsqueda, así que sin pensarlo menos de dos veces, me propongo un salto que me llevará al otro lado del hermoso obstáculo. Mientras voy por el denso aire pasando por arriba de mi olvido, no dejo de mirarlo por todos lados, desde esas nuevas perspectivas que me ofrece la extraña decisión de saltar, sigue siendo un hermoso cuerpo, pero ya se nota que no es mío, ya no me mira con sus ojos de pezón. Cuando llego al otro lado, comienzo a sentir nuevamente ese ruido de vidrio molido y el chisporrotear de mi sangre, que empiezo a dudarla de mi pertenecer. Siento que la sangre que va manchando la ciudad es del mismo asfalto, es sangre oscurísima, pero se nota que es sangre, sólo que parece sangre vieja, sangre reciclada del coagulo de la Historia. Parece que mi búsqueda está despertando otras búsquedas, me plantea otros nuevos y viejos problemas que me hacen ver con más claridad que no terminaré de correr nunca, aunque me detenga a descansar las venas, los músculos, aunque me detenga a beber nuevos sudores, a bañarme de nuevos hedores.
Dos cortos de pisco con poco hielo y una bebida. Somos dos, siempre hemos sido dos. Y los dos iguales de chanta. Es casi absurdo pensar en una esquizofrenia tan simple, pero es agradable saber que no es una enfermedad, es sólo un desorden. Es culpa de la biología, no de la mente. Así, sentado en altura, observando a bellas damas, sin pezones mirones ni ojos naturales, nos vimos los dos a los ojos, como enamorados, como si quisiéramos besarnos, pero antes de acercarnos a ver que pasaba, los dos notamos, el uno en los ojos del uno, un intenso odio, una explicita expresión de la mente por querer salir y preguntar: “¡¿Es acaso esto lo que todas ustedes querían de la vida, no se dan cuenta que estoy solo?!”, sabiendo que no se escuchará ni a sí misma.
No sé porqué siempre después de un par de piscolas salgo trotando, no corro, pero siento que avanzo lo mismo y a la misma velocidad, y no es el efecto del alcohol, es el efecto de la charla, de la purificación de lo impuro, del estar de acuerdo en que son todas ellas unas malas negociantes. ¿Por qué será que nunca nadie te dijo: “no conduzcas bajo los efectos de la charla”? quizá porque nadie más charla pues hermano, eso debe ser, los otros hablan, vomitan palabras, son pocos los que charlan, y a estas alturas no me pongo a buscarlos, no tengo tiempo. Tengo que correr, tengo que avanzar en el retroceso de este recordado olvido.
No me creas nada, créeme todo, créeme que soy yo y no otro el que está corriendo, que somos dos y uno, entonces somos tres, aunque desde el punto de vista de mi otro yo, seríamos cuatro con cinco dedos por mano, seis contando el dedo de enfrente. Pero no estoy solo, entonces son siete dedos. Algo me falta, parece que somos ocho. De todas maneras, nueve pasos bastaron y ya éramos diez personas reunidas aquel once, escondiéndose de muchos y planeando la llegada al doce, como el trece es de mala suerte habrá que esperar el catorce. Una fémina se acerca, teniendo quince años se presenta con dieciséis, “qué descaro me digo”, no haberse echado unos diecisiete siendo que los representaba. Necesario se hace que la bella dama tenga dieciocho, puesto que con mis diecinueve la cárcel ya es una realidad cercana. “Búscame una de veinte, mira que tengo prisa”, me digo apuñalado, noto que veintiún minutos me van quedando para seguir perdiendo el tiempo con estos personajes. Salgo luego a correr, es evidente que ahora comienza la cuenta regresiva.
21, 20, 19, 18, 17, 16, 15, 14, 13, 12, 11, 10, 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2, “¡esperen!”, grito contento y sudado. Lo que pasa es que me he dado cuenta de algo. No soy yo el esquizofrénico, es mi otra personalidad quien lo es. Es ella quien no corre por pereza…

2 ¿y qué dijo el otro?:

Blogger Javi! said...

me contó un pajarito que hoy cumples un año mas.... y un feliz cumpleaños te quize desear... y como me gusta tu blog te voy a linkear en el mio.

5:48 p. m.  
Blogger Javi! said...

sip la prima del pablo

10:05 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home

<